sábado, 24 de abril de 2010

Escapando de mí misma

Estos últimos días la desilución me hizo sentir que me ahogaba. Nada parece estar funcionando en mi vida. Y tampoco veo que vaya a cambiar. Pero lo peor de la semana fue el dolor por el recuerdo. Era un sentimiento que caía sobre mis espaldas, haciéndome imposible incluso caminar. Era tal la pesadez que me taladraba el cerebro, que quería salir corriendo, escapar de mi misma. Sentía la necesidad de correr y separar el cuerpo de mi mente para no seguir sientiendo la pesadumbre de los pensamientos. Pero, ¿puede uno, realmente, escapar de uno mismo?

Ayer a medio día parecía imposible. Subida en el coche, rumbo a Tlaxcala, manejaba con una sola idea en el cerebro no seguir pensando en eso que me estaba sofocando. Me dije: salir corriendo de la ciudad de México no va a mejorar nada. Todo está en mi cabeza, y no me puedo separar de ella. Sin embargo, hubo un momento en el que sentí que mi cuerpo se apartaba de mi mente, que literalmente huía del dolor de los pensamientos. No es metáfora. Yo, Alejandra, me estaba desdoblando y me alejaba de mi misma. Y lo más increíble fue que sucedio. Logré escapar al tormento. Hoy ya casi no recuerdo qué era lo que me tenía tan abatida. Parece una locura, pero, ¿qué en todo esto no lo es?

Hoy, estoy ligeramente más animada, y con un poco más de energía. Lo que me intriga aún, es saber si este cambio se debió al inicio de un nuevo ciclo, o si haberme salido de la ciudad, realmente logró el cambio. Todo eso me confunde enormemente. Por más que lo discuta con el doctor sigo sin poder diferenciarlo. En todo caso, aquí, me siento más tranquila y segura. No quiero volver a México. Tengo miedo. Estoy cansada de la gente con la que trato allá. No quiero saber nada de nadie, en especial de algunas personas que me han hecho sufrir. Quiero seguir aquí, en este espacio, donde no tengo que hacer nada para darle sentido a mi existencia. Quiero quedarme en este lugar que me permite escapar de mí misma

sábado, 17 de abril de 2010

Dormir

Hoy, ahora, lo único que quiero es dormir...

viernes, 16 de abril de 2010

Lidiando con mi existencia en la lejanía


Todo esto es un día a la vez. No sirve de nada pensar demasiado en el futuro porque eso causa demasiada angustia. Lo que pasa es que ahora estoy en un punto en el que el futro son las siguientes horas. Puedo decir que vivo una hora a la vez, tratando de no preocuparme por el fin del día.

El problema más difícil es diferenciar entre el trastorno y lo que es un sentimiento natural de tristeza, como el que puede exprimentar cualquier persona. Realmente se ha vuelto una tarea muy complicada. Aunque, recientemente, sospecho que no es la condición. Han pasado algunas cosas que me han provocado estos sentimientos negativos, y han hecho que los breves momentos de alegría experimentados hace un par de semanas desparecieran. Me pregunto, ¿será así todo el mundo?

Todavía no encuentro la fórmula para enfrentar aquellas situaciones adversas sin que afecte demasiado el estado de ánimo, sin que sienta que el mundo se va a acabar. Esta tendencia a sobrediemensionar el más leve tropiezo. Lo que más trabajo me cuesta es lidiar con la frustración. Llevo años intentándolo y todavía es una tortura. Esto hace que sobrellevar el día a día sea todavía más difícil, pues casi cualquier cosa me desanima y me hace regresar to square one. Especialmente ahora que tengo tantas cosas por resolver.

Ultimamente he tenido esta sensación de no estar realmente en el mundo. Estoy tan, pero tan distraida, tan metida en mis pensamientos, que no tengo la certeza de participar de la realidad. La gente, lo que sucede está tan lejano que no me toca. Todo lo veo y lo percibo como si estuviera en un punto muy, muy alejado. Y no veo ningún sentido en el actuar cotidiano de todas esas personas que se pasean alrededor mío. Todas con un aparente propósito. Cuando veo eso, lo siento extraño, ajeno, algo que no se relaciona conmigo. ¿Por qué la gente está en este torbellino de actividades? ¿qué los hace moverse, actuar, hacer cosas? Hubo alguna época en que todo eso formaba parte de mi existencia: lo que hacía tenía una razón de ser, o por lo menos eso aparentaba. En realidad, ni siquiera me acuerdo bien. Quizá es que ahora, en este proceso de reconstruir mi rompecabezas interno, lo externo no tiene cabida y no tiene la menor importancia.

A lo mejor no es tan malo estar alejada del mundo que me rodea. A lo mejor no es el momento de reintegrarme a la relidad. Quizá por ahora, así es como debe ser. Sobre todo, cuando los medicamentos aún no han surtido por completo su efecto estabilizador. Lo único que me queda claro es que de una u otra forma tengo que seguir viviendo, y si es así, por ahora, que así sea.

jueves, 8 de abril de 2010

Paciencia, paciencia, paciencia...

lunes, 29 de marzo de 2010

tres días

Llevo tres días sin sentirme triste y sin ganas de llorar, incluso creo que por algunos momentos me he sentido alegre o algo  que se le parece -hace tanto que no me siento de esa manera que creo que ya lo olvidé. Deseo tanto que esto siga así. Ya no quiero estar triste, ya me cansé de estar triste. Es realmente agotador. Tengo miedo de que pase algo y rompa con el frágil equilibrio mental de estos momentos. He estado un poco ansiosa, preocupada por algunas cosas que han pasado, por eso temo que la calma de estos últimos días se desmorone, y llegue otra vez la desolación.

Hoy por la tarde, por ejemplo, sentí que una ola de melancolía se acercaba. Tomé mi cabeza entre las manos y la sacudí con fuerza para alejarla, suplicando que no llegara. Afortunadamente pareció funcionar. ¿Y si puedo controlar mis emociones más de lo que imagino? ¿y si el trastorno no lo determina todo y cede ante la racionalización de los sentimientos? No lo sé... sólo sé que después de mucho, estos últimos tres días me he sentido mejor, y que ruego porque continúe así.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Gama de sentimientos

Hace varios días que no escribo. No es por falta de cosas que decir, sino por falta de ánimo. Esa es la verdad, el desgano se ha impuesto en estos días...

La ultima vez escribí a cerca de los ciclos ultradianos. No fue por mero capricho. Fue porque esa es justamente la manera en que ciclo: de forma ultra rápida. Los cambios en mi estado de ánimo varían en cuestión de días y hasta horas. En un día puedo pasar de la ansiedad, al nerviosismo, a la tristeza, al llanto en cuestión de horas.

La semana anterior, con todo, predominó la tristeza y el llanto, pero estos últimos días he experimentado breves momentos en los que me he sentido bien, con ánimo y más esperanza. Parece que el cambio de carbamezapina a lamotrigina (estabilizadores del humor) ha ayudado un poco a tener, aunque sea, de forma corta, momentos de ligera mejoría. El doctor dice que por lo menos hay que esperar un mes para ver buenos resultados. Una vez más, sólo me queda respirar hondo y tener mucha paciencia.

Ciclar de esta manera en un día no es nada fácil. Puede ser muy agotador. Especialmente la angustia y ansiedad concentrads en unas horas, para después de ahí pasar a una especie de calma indiferente a la vida, y de pronto unos cuantos destellos donde la energía vuelve y otra vez dan ganas de vivir, para de ahí quizás saltar al llanto o a un miedo intenso. Es realmente una verdadera montaña rusa de 24 horas.

domingo, 14 de marzo de 2010

Ciclos ultradianos


En una forma maligna de los ciclos rápidos, denominados ciclos ultradianos (o ciclos ultrarápidos) los pacientes están crónicamente deprimidos. Sin embargo, en un examen minucioso se observa que experimentan multiples recurrencias de mania y depresión en un lapso que va de horas a días. Por ejemplo, un paciente puede despertar sintiéndose emocionalmente paralizado e incapaz de levantarse de la cama. Varias horas después se siente con tanta energía que le es imposible permanecer sentado; poco después, el paciente se hunde, de forma súbita en una desesperación suicida. Durante cierto tiempo el paciente se siente relativamente bien, pero de pronto se enfurece ante las críticas y siente alucinaciones imperativas. La aceleración de pensamiento no le permite dormir, pero una vez lo consigue, duerme durante 14 horas y al día siguiente se encuentra exhausto.

En lugar de presentar fluctuaciones de estado de ánimo inespecíficas, el paciente experimenta recurrencias distitnas pero muy breves de depresión bipolar, hipomanía disfórica, una combinación de síntomas depresivos e hipomaniacos y un estado psicótico con gran energía, con eutimia pasajera interepisódica o cambios súbitos de un extremo a otro. Akiskal (1991) denomina “estado mixto seudounipolar prolongado” con una fluctuación considerable en la intensidad y en los tipos de síntomas predominanates. Los estados de ánimo lábiles y el comportamiento del paciente con ciclos ultradianos se suelen confundir con las manifestaciones de un trastorno de límite de personalidad (Akiskal 1996). Las oscilaciones del estado de ánimo en tales estados parecen aleatorias y desorganizadas, pero pueden ser descritas por un patron de la teoría del caos.

No está claro si la aparición de ciclos ultradianos es una forma deteriorizada de ciclos rápidos o si se trata de un cuadro diferente. Sin embargo, no hay pruebas de que los ciclos ultradianos sea un subtipo bipolar distitnto (Kilzieh y Akiskal, 2000). La investigación realizada en pacientes con ciclos ultradianos sugiere que incluso son más refractarios al tratamiento que los ciclos rápidos diagnosticados tradicionalmente. No existen estudios prospectivos que apoyen la afirmación de que la precipitación de la mania mediante antidepresivos venga seguida de ciclos ultradianos, sino que éstos, al igual que los ciclos ultradianos se agrava con los antidepresivos, en lugar de mejorar (Akiskal, 1991; J.Scott, 1998).

-Hales and Yudofsky, Tratado de psiquiatría clínca, 2005-