martes, 15 de junio de 2010

Bien, simplemente bien


 Me siento bien. Bien como no me había sentido hace mucho tiempo. Todo se lo debo a él, y sólo a él. A él que me sacó del hoyo negro, en el que he estado viviendo desde hace tantos meses. No debería decir esto, pero creo que a veces me siento un poco enamorada...

Por fin, después de tanta tristeza y deseperación que  pesaba sobre mis hombros, hoy me siento más ligera. Siento que poco a poco empiezo a ser yo otra vez, o a algo que se parece a lo que debería de ser. De pronto siento que mi vida comienza de nuevo, casi desde cero. Sólo queda sacudirme los últimos lastres de la vida en el torbellino del transtorno. ¿Será posible una existencia nueva? En muchos momentos del día así lo siento. Todavía más drástico, a veces creo que me voy a convertir en una persona distinta, que me estoy transformando.

Es curioso, pero en algunos momentos dejo de recordar lo que fueron los últimos meses. No me acuerdo de cómo era el dolor. Me veo llorando desesperada, pero no logro recordar cómo era lo estaba sintiendo. Todo es tan confuso. Se está borrando poco a poco la persona que he sido el último año y medio ¿Se puede olvidar de pronto tanto sufrimiento? ¿Así le pasa a todo el mundo?

Me asalta la duda, ¿estaré mejorando? ¿o estaré ciclando? No, estoy casi por completo segura que es una mejoría. Aunque me llama la atención no sentir ningún tipo de tristeza... ¿Será normal?  Como quiera, a parte del transtorno estoy viviendo la separación, lo que se supone todavia debería generar dolor y llanto, como estaba pasando la semana pasada. Pero ahora, es como si se hubiera esfumado todo aquello que torturaba mi cerebro y me hacía querer quitarme la vida. No lo entiendo. En estos momentos sólo un par de cosas que sucedieron recientemente me causan algo de malestar y un poco de ansiedad. Pero no hay tristeza...

Sólo sé que hoy, en esta noche, me siento bien, simplemente bien. ¿Cuánto durará?

miércoles, 26 de mayo de 2010

Con algo de vida otra vez

100 mg de Butrew, 450 mg de Seroquel, 200 mg de Lamotrigina, y 4 gotas de Rivotril desde el lunes, y ¿qué pasa? Que después de de mucho tiempo de nuevo mi pensamiento se acelera, la energía regresa y siento que la sangre circula otra vez por mis venas. Me siento bien y estoy mucho más alerta. Cierto que durante el día sentí en algunos momentos la clásica tristeza que me ha acompañado toda esta temporada, pero pronto se desvaneció y fue sustituida por algo que se asemejaba a la alegría.

¡Por supuesto! Se lo había dicho al doctor: me tienes sedada. Con 600 mg de Seroquel y 200 mg de Lamotrigina, ¿cómo iba a hacer efecto el antidepresivo? Ahora con 150 mg menos del antisicótico (diseñado para tranquilizar), el Butrew está teniendo un mayor efecto, y ya no me siento como zombie.  De pronto algunas cosas empiezan a recobrar algo de sentido, y aunque todavía hay dificultables, ya no las percibo con la visión apocalíptica de hace un par de días. La añoranza por el pasado es menor, y el presente otra vez es importante. ¿Será que de veras me estoy sientiendo bien? ¿durará varios días? ¿o será sólo momentaneo, como en otras ocasiones? ¿y si es el inicio de un nuevo ciclo inducido por el Butrew?

¿Destellos de hipomanía? Así se siente... En realidad, es algo más complicado. Es como si el estado maniaco y el estado depresivo estuvieran luchando en mi cabeza por ver cual de los dos prevalece. Es como un estado mixto: los dos ciclos al mismo tiempo, alternándose. Sí, me siento alegre y triste al mismo tiempo, con ganas de brincar y con ganas de esconderme en la cama; recordando el pasado, pero en el presente.  Con ganas de comemerme el mundo a puños y, al mismo tiempo, con ganas de salir huyendo a refugiarme con mis papás. En fin, pasa de todo en mi mente. Pero lo que importa ahora es que una parte de mí se siente con vida otra vez.

jueves, 13 de mayo de 2010

Otro medicamento

Hemos agregado un nuevo medicamento, un nuevo antidpresivo: bupropión. Conocido comercialmente como Welbutrin o Butrew. O sea que ahora estoy tomando quetiapina, un antisicótico que me mantiene tranquila; lamotrigina, el estabilizador del humor; bupropión, un antidepresivo y clonazepan, un ansiolítico para pder dormir (cuatro en total, que representan una importante cantidad de dinero cada mes, por cierto). Ahora, a ver si este coctel ayuda a mejorar la situación. Como siempre, habrá que tener mucha calma.

El doctor piensa que el bupropión es mucho más adecuado para el trastorno bipolar. No genera cambios abruptos en el estado de ánimo como hacía la duloxetina, un antidepresivo que actúa como inhibidor de la absorción de serotonina y norepinefrina. El bupropión actúa sobre los neurotransmisores dopamina y norepinefrina, relacionados con el sentido de recompensa y placer en el cerebro. Este medicamento ayuda a recuperar la energía, mejora el estado de ánimo, la motivación, ayuda con los síntomas de la hipersomnia y a controlar el déficit de atención.

Llevo a penas dos días con ibupropión y tomo sólo 50 mg,  pero creo que me siento mejor y mucho más optimista. Hoy es muy diferente a la semana anterior, donde pasé martes, miércoles y jueves llorando todo el día. También es diferente al martes que acaba de pasar, cuando estallé en llanto durante la terapia, sintiendo una total desolación, un horrible sentimiento de desamparo, añorando con todas mis fuerzas el pasado. Si, siento alguna diferencia. Hoy, por la tarde, por ejemplo, después de enterarme de algo que no me gustó, no me derrumbé, ni sentí que caía al abismo.

En fin, la verdad es que tampoco me hago demasiadas ilusiones. Ya ha sucedido antes: me siento bien unos días y luego, ahí vamos para abajo.  De todas formas, como dice el doctor, necesitamos esperar un tiempo, hasta llegar a la dosis adecuada, ver cómo evoluciona el transtorno, y si, por fin, logro sentirme mejor. Como siempre, paciencia, mucha paciencia.

sábado, 24 de abril de 2010

Escapando de mí misma

Estos últimos días la desilución me hizo sentir que me ahogaba. Nada parece estar funcionando en mi vida. Y tampoco veo que vaya a cambiar. Pero lo peor de la semana fue el dolor por el recuerdo. Era un sentimiento que caía sobre mis espaldas, haciéndome imposible incluso caminar. Era tal la pesadez que me taladraba el cerebro, que quería salir corriendo, escapar de mi misma. Sentía la necesidad de correr y separar el cuerpo de mi mente para no seguir sientiendo la pesadumbre de los pensamientos. Pero, ¿puede uno, realmente, escapar de uno mismo?

Ayer a medio día parecía imposible. Subida en el coche, rumbo a Tlaxcala, manejaba con una sola idea en el cerebro no seguir pensando en eso que me estaba sofocando. Me dije: salir corriendo de la ciudad de México no va a mejorar nada. Todo está en mi cabeza, y no me puedo separar de ella. Sin embargo, hubo un momento en el que sentí que mi cuerpo se apartaba de mi mente, que literalmente huía del dolor de los pensamientos. No es metáfora. Yo, Alejandra, me estaba desdoblando y me alejaba de mi misma. Y lo más increíble fue que sucedio. Logré escapar al tormento. Hoy ya casi no recuerdo qué era lo que me tenía tan abatida. Parece una locura, pero, ¿qué en todo esto no lo es?

Hoy, estoy ligeramente más animada, y con un poco más de energía. Lo que me intriga aún, es saber si este cambio se debió al inicio de un nuevo ciclo, o si haberme salido de la ciudad, realmente logró el cambio. Todo eso me confunde enormemente. Por más que lo discuta con el doctor sigo sin poder diferenciarlo. En todo caso, aquí, me siento más tranquila y segura. No quiero volver a México. Tengo miedo. Estoy cansada de la gente con la que trato allá. No quiero saber nada de nadie, en especial de algunas personas que me han hecho sufrir. Quiero seguir aquí, en este espacio, donde no tengo que hacer nada para darle sentido a mi existencia. Quiero quedarme en este lugar que me permite escapar de mí misma

sábado, 17 de abril de 2010

Dormir

Hoy, ahora, lo único que quiero es dormir...

viernes, 16 de abril de 2010

Lidiando con mi existencia en la lejanía


Todo esto es un día a la vez. No sirve de nada pensar demasiado en el futuro porque eso causa demasiada angustia. Lo que pasa es que ahora estoy en un punto en el que el futro son las siguientes horas. Puedo decir que vivo una hora a la vez, tratando de no preocuparme por el fin del día.

El problema más difícil es diferenciar entre el trastorno y lo que es un sentimiento natural de tristeza, como el que puede exprimentar cualquier persona. Realmente se ha vuelto una tarea muy complicada. Aunque, recientemente, sospecho que no es la condición. Han pasado algunas cosas que me han provocado estos sentimientos negativos, y han hecho que los breves momentos de alegría experimentados hace un par de semanas desparecieran. Me pregunto, ¿será así todo el mundo?

Todavía no encuentro la fórmula para enfrentar aquellas situaciones adversas sin que afecte demasiado el estado de ánimo, sin que sienta que el mundo se va a acabar. Esta tendencia a sobrediemensionar el más leve tropiezo. Lo que más trabajo me cuesta es lidiar con la frustración. Llevo años intentándolo y todavía es una tortura. Esto hace que sobrellevar el día a día sea todavía más difícil, pues casi cualquier cosa me desanima y me hace regresar to square one. Especialmente ahora que tengo tantas cosas por resolver.

Ultimamente he tenido esta sensación de no estar realmente en el mundo. Estoy tan, pero tan distraida, tan metida en mis pensamientos, que no tengo la certeza de participar de la realidad. La gente, lo que sucede está tan lejano que no me toca. Todo lo veo y lo percibo como si estuviera en un punto muy, muy alejado. Y no veo ningún sentido en el actuar cotidiano de todas esas personas que se pasean alrededor mío. Todas con un aparente propósito. Cuando veo eso, lo siento extraño, ajeno, algo que no se relaciona conmigo. ¿Por qué la gente está en este torbellino de actividades? ¿qué los hace moverse, actuar, hacer cosas? Hubo alguna época en que todo eso formaba parte de mi existencia: lo que hacía tenía una razón de ser, o por lo menos eso aparentaba. En realidad, ni siquiera me acuerdo bien. Quizá es que ahora, en este proceso de reconstruir mi rompecabezas interno, lo externo no tiene cabida y no tiene la menor importancia.

A lo mejor no es tan malo estar alejada del mundo que me rodea. A lo mejor no es el momento de reintegrarme a la relidad. Quizá por ahora, así es como debe ser. Sobre todo, cuando los medicamentos aún no han surtido por completo su efecto estabilizador. Lo único que me queda claro es que de una u otra forma tengo que seguir viviendo, y si es así, por ahora, que así sea.

jueves, 8 de abril de 2010

Paciencia, paciencia, paciencia...