lunes, 22 de febrero de 2010

Experimentando con Seroquel

La última vez mencioné el Seroquel. El Seroquel o quetiapina es un atipsicótico atípico o de segunda generación. La quetiapina está indicada para el tratamiento de la esquizofrenia, en cuyo caso se utilizan altas dosis del medicamento, esta siendo utilizado para el Trastorno Límite de Personalidad, así como para el tratamiento de episodios maniacos agudos asociados con el trastorno bipolar tipo I y como monoterapia o como terapia combinada con el litio o divalproex. Actúa sobre la serotonina y la dopamina. Actúan como antagonistas bloqueando sus efectos y producen un estado de tranquilidad e indiferencia inmediatas. Además tiene efectos antidepresivos.

Yo llevo tres meses tomando Seroquel. A veces ni yo misma entiendo los efectos del medicamento. No es que los problemas desaparezcan. Esos no se van, ahí se quedan. Lo que cambia un poco es la manera de percibirlos. La semana pasada era como si gravitara, como si nada de lo que estaba alrededor me tocara. Veía mi amigo A... contándome de forma abrumada todos los problemas que le aquejaban, y lo único que se me ocurría era ponerme a cantar, y decirle que no había nada de que preocuparse. Yo me sentía levitar. Esta sensación de tranquilidad, sin embargo, no aparece desde el principio. Se necesita teimpo. La mayoría de los siquiatras empiezan con dosis muy pequeñas, hasta ir llegando a la más adecuada. Yo empecé en noviembre con 50mg de Seroquel, apenas hace unos días llegué a 450mg, y creo que apenas he empezado a sentir  alguna diferencia.

Es tan difícil de explicar esto. La gente no entiende la necesidad de tomar dos o tres pastillas diarias para mantener un estado de ánimo equilibrado. Si tienes que tomar medicamentos es porque eres débil, porque no tienes la suficiente fuerza de voluntad para enfrentar los problemas. Hay que echarle ganas, te dicen ¿Echarle ganas? A poco uno se quita una alergia, echándole ganas, o combates la diabetes echándole ganas. La gente no entiende que las medicinas están para hacernos la vida más fácil, y en algunos casos para salvárnosla.

La medicina tampoco es magia, no son pastillas de la felicidad. Tardan tiempo en hacer efecto, y hay que probar muchas combinaciones, es un ejercicio de prueba y error. Y a veces cuando parece que ya llegamos al punto adecuado, siempre hay la posibilidad de recaer, que la enfermedad sea más fuerte que todo lo demás, y haya que volver a empezar.

1 comentario:

  1. Me parece que relatas con mucha fidelidad los sucesos que te afectan. Seguir una enfermedad es como seguir un camino cruzado de dificultades y zonas desconocidas. Es sumergirse en el mundo del dolor y la soledad, porque únicamente el enfermo conoce (porque lo vive)la dimensión de su sufrimiento. Incluso otro, que también padezca el mismo mal no podrá comprender a plenitud el sufrimiento del enfermo; ya que éste padece su mal de acuerdo a sus particularidades individuales. No deja de ser la lucha contra una enfermedad la lucha contra la muerte, porque siempre, aunque no lo pensemos ni querramos verlo, a lo lejos esta la muerte. La enfermedad siempre es un camino para allá. La lucha contra la enfermedad es la lucha por la vida, igual el náufrago que se debate entre las olas buscando la tabla de salvación o la playa que lo salve de las profundidades marinas donde su vida se extinguirá.

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